domingo, 10 de junio de 2007

Mirada de mujer o el pan del hombre...

Doce del dia y debo bajar al restorán para almorzar. Presuroso, y, previa parada frente al letrero para ver qué cocinaron hoy, me ubico en cualquier mesa con un hambre tremendo que es detenido casi en seco por un par de ojos de mujer acompañados por una voz ubicada en la escala más alta de soprano: "¿qué se sirve, señor...?"

Esta es la clase de situaciones que pone en duda mi certeza acerca de la administración de mi existencia. ¿Qué me alimenta más y me hace mejor: algún plato de la lista o mirar y admirar una mirada como la de la chica del restorán? Me quedo en silencio algunos segundos pensando que ella lee mi mente a través de mis seguramente vidriosos y lascivos ojos. "Quiero tu mirada", le hubiera dicho. Pero ella, aunque se sonroja, se mantiene firme. Le quito la mirada de inmediato y trato de concentrarme en la mesa, los cubiertos, y la respuesta a su pregunta... "bueno, lo de siempre, amiguita, lo de siempre"

Respiro hondo mientras ella gira en redondo con un gesto que me recuerda las fotos de las gacelas en la sabana africana. Me siento canibal de pronto, pues, esa circunvolución me ha devuelto ferozmente el apetito."Lo de siempre, amiguita..." Y me suena tan ambigua y a la vez válida la frase, pues, no sólo de pan vive el hombre. Y cuánta falta hace a veces la mirada de una mujer frente a uno para completar el rito del almuerzo y sentirse bien alimentado, completo, es decir.

Lima, Perú, 12 de Marzo de 2007.

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